sábado, 13 de agosto de 2011

Río Rojo

John Ford no creía mucho en John Wayne como actor, lo utilizaba para representar a ese rudo vaquero que tan bien usaba en sus películas, pero no le daba grandes papeles en los que lucirse como actor. La opinión de Ford cambiaría el día que vio “Río Rojo”.
Cuentan que durante la representación del film llegó murmurar entre dientes: “No tenía ni idea de que el hijo de puta éste supiera actuar”.
A partir de aquel instante su relación actor-director cambió bastante. Ford empieza a darle roles de mayor envergadura en sus películas, con actuaciones de mayor calado y descargando sobre sus hombros una buena parte del peso del film. Vendrían grandes films como “La legión invencible”, “Río Grande” y sobre todo “El hombre tranquilo”, “Centauros del desierto” y la que a mi modesta opinión es la mejor “El hombre que mató a Liberty Valance”. Algunos críticos comentan acertadamente que lo que Ford hizo con Wayne a partir de “Río Rojo” fue básicamente hacerle envejecer.

“Río Rojo” supone la primera colaboración entre Howard Hawks y John Wayne.
Hawks venía de rodar grandes películas de cine negro como “Tener y no tener” o “El sueño eterno” ambas protagonizadas por Humphrey Bogart y Lauren Bacall, también había hecho comedias magistrales como “La fiera de mi niña” o “Bola de fuego”. En el terreno del western no se había prodigado demasiado (un par de películas a lo sumo) por lo que esta suponía un reto para él.
Basada en una novela de Borden Chase titulada “The Chisholm Trail”, que fue publicada por entregas en el Saturday Evening Post, Hawks encargó a este mismo el guión, pero desavenencias posteriores hicieron que finalmente lo acabara Charles Schnee, que poco después ganaría un óscar por el guión de “Cautivos del mal” de Vicente Minelli.

Tras una vida de duros sacrificios el vaquero Thomas Dunson consigue levantar un imperio en forma de rancho en las áridas tierras tejanas, pero este imperio amenaza con venirse abajo cuando no consigue vender sus cabezas de ganado. Acuciado por la necesidad decide llevar una partida de 8.000 cabezas a Missouri donde cree que encontrará un comprador, en esta travesía contará con la ayuda de su fiel amigo Groot Nadine (interpretado por un fenomenal Walter Brennan) y por su “hijo” Matthew Garth (una de los primeros trabajos de Montgomery Clift).
Este es el punto de partida de la película previo pequeño prólogo donde se nos explica los comienzos de Dunson como vaquero y su encuentro con un jovencísimo Matt (Matthew Garth). Este prólogo es uno de los grandes logros de la película sintetizando quince años de la vida del vaquero, hablando de un amor perdido, una amistad a prueba de bombas, la aparición del que será su “heredero” y el progresivo mal carácter que va ahondando en Dunson.

Con un estilo sencillo y colocando la cámara siempre a la altura de la cabeza de los personajes, Hawks consigue meternos en la historia de la travesía del ganado desde que comienza. Los planos generales del ganado cruzando riachuelos son absolutamente excepcionales, y el giro de 360º que da la cámara partiendo de Matt y los demás vaqueros para terminar en un Dunson autoritario que da la orden de partida solo está al alcance de un maestro, comentar a modo de anécdota la cantidad de agua que tuvieron que utilizar para regar el suelo y evitar la enorme polvareda que supondría el paso del ganado por el desierto. En este punto conviene destacar la figura de Russel Harlan, director de fotografía que volvería a trabajar con Hawks en “El enigma de otro mundo” y en “Río Bravo”. En las escenas crepusculares como la del entierro, de una gran belleza, se nota su docta mano y la de Hawks.

Río Rojo también tiene la particularidad de presentar por primera vez a un John Wayne “malo”, aunque sea solo por momentos, con lo que podemos ver su verdadera dimensión como actor. Los registros de Wayne como actor nunca serían muy amplios, pero es cierto que a partir de este personaje Wayne consigue su madurez interpretativa.

En definitiva estamos, según los grandes críticos ante uno de los mejores western de todos los tiempos, una película que no se cansa uno de ver y siempre encuentra detalles con los que disfrutar en cada visionado.



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